...CRONICAS ABSURDAS...

miércoles, abril 06, 2005

HACE DIEZ AÑOS

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Ver las fotos de Sebastian y Meibell aviva más mis recuerdos. Hace 10 años estaba yo en trabajo de parto. El día antes, había acudido a mi cita médica de costumbre y, el médico se sorprendió al ver que mi placenta había comenzado a calsificarse. Eso generó cierta alarma y decidieron inducir el parto, porque aún faltaba una semana. El médico me dijo que cenara ligerito y temprano, un sandwichito a eso de las seis de la tarde estaba bien. Pero que va, yo estaba demasiado emocionada y no pude comer. El estómago sólo me daba para coger aire... Después de tanto esperar, por fín podría conocer a mi bebé.

Yo creo que es común en todas nosotras, que durante el último mes de embarazo, nos entra la desesperación por parir. Claro, el cuerpo no da para más. Los pies se hinchan, la espalda y las caderas duelen. Incluso, cuando el bebé comienza a acomodar su cabeza para poder entrar en el canal de parto, de vez en cuando se sienten unas puntadas bien desagradables. Mi hija, tenía la peculiaridad de no dejarme dormir sobre mi lado izquierdo. Mi posición preferida para dormir. Justo cuando yo me acomodaba, la tipa me pateaba las costillas. Guao! y daba durísimo. Además, el hecho de no poder dormir boca abajo me crispaba los nervios. Tanto así, que en el octavo mes de embarazo me lancé sobre la cama aplastando a mi retoño. Al menos unos segundos pude quedarme así sin que la chiquilla protestara. Mi ex esposo, casi sufre un infarto cuando me vió lanzándome. Pero cuando hay que hacerlo, hay que hacerlo. Además, se pasa una los nueve meses soñando con el rostro de ese pequeño ser que se está formando. En mi caso, mi hija no dejó ver su sexo hasta los ocho meses de embarazo, pero ya yo había soñado tres veces que era una niña. Incluso, en uno de esos sueños, su rostro era muy parecido al de ella cuando tenía tres meses de nacida.

Llegamos a la clínica a las seis y media de la mañana y comenzó el protocolo. Me rompieron fuentes de una. Así que las contracciones no se hicieron esperar. Además, la pitosina también actúa de inmediato. Al principio eran muy leves. De hecho, le dije a mamá, si esto es así no hay de qué preocuparse... Luego supe que no era tan sencillo y bello. Después de nueve horas y media y tres botellas de suero con Pitosin, yo no pasaba de tres centímetros de dilatación. El dolor, el más intenso que he sentido jamás. Pero eso sí, nunca perdí el glamour, ni un solo gritico. Pura respiración y apretón de sábanas. Aguantando parejo porque como no llegaba a cinco centímetros no me podían poner epidural. ¿Y cómo iba a llegar a los cinco si la criatura tenía doble circular de cordón? La pobre bajaba y el cordón la halaba por el cuello hacia arriba. En ese peo estuvimos todo el santo día. Además, yo quería parir sin anestesia, cosa que no me creo capaz de hacer hoy día. El latido de la bebé decayó repentinamente y me llevaron directo a quirófano. Cuando me dijeron que me iban a trasladar me puse a llorar. Mi mamá, mi suegra y mi hermana comenzaron a llorar conmigo. Cuando intentaban consolarme lo único que pude decir fue "Es que yo lloro porque no voy a comer hasta mañana y tengo hambreeeeee...". Las tipas casi me golpean jajajja. Después de quince minutos de cirugía hicieron llegar a mi hija al mundo. Su cabeza estaba morada, unos minutos más y no lo contamos con tono de alegría.

Ese pequeño llanto, se hizo música para mis oídos. Aún no la habían terminado de sacar, pero Isabel ya había comenzado a llorar. Hoy en día, sigue llorando... Nueve meses de espera, se conjugaban en la felicidad más inmensa que jamás había sentido en mi vida. Emoción que me acompaña cada día al ver crecer a mi hija. Al reirme de sus ocurrencias, al preocuparme cuando está enferma. Al emocionarme cuando ella se emociona y se siente felíz. Esa chiquita que apenas pesó dos kilos seiscientos gramos, ha llenado de peso mi existir... El peso de la felicidad. ¿Cómo se puede describir todo esto? Es definitivamente IMPOSIBLE, pero basta con sentirlo.

Hija, TE AMO, bienvenida a la vida; bienvenida a mi existir.