QUE DIA...
Nos tocaba control esta mañana. Mamá ha mejorado considerablemente y, su médico está muy contento. La cola de rigor, después de dejar a Isa en el colegio. En la consulta, rostros nuevos y rostros ya conocidos. Historias más fuertes que otras, todas dignas de ser admiradas. Cuando salimos de allí, decidimos ir directamente al IVSS, en el Hospital Domingo Luciani del Llanito, para realizar la consignación de los medicamentos. Primera vez que lo visito y de verdad quedé impactada. Es un hospital muy grande y muy bien mantenido. Después de tantos pesares que tuvimos que pasar con la enfermedad de Jesús, tenía unos meses que no realizaba contacto directo con la realidad venezolana. Suena egoísta de mi parte, pero después de todo lo que estamos pasando con mi madre creo que es suficiente. Pues allí estaba la enorme fila de personas que esperaban recibir alguno que otro medicamento. Inaudito, dos horas y cuarenta minutos de pie, haciendo la colita. Y es que uno cuando ve aquello se pregunta si será posible que puedan cambiar el sistema. Una descentralización, buscar la manera de nombrar a ciertas farmacias de las distintas parroquias como especie de distribuidoras. Mamá tuvo que sentarse, porque se sintió mareada. Pero allí se ven ancianitos que están solos, sin nadie que les cuide el puesto mientras ellos se sientan. Esto, realmente da dolor. Pero igual, hay que esperar el turno. Estuvimos fuera casi todo el día. Llegamos a las cuatro y unos minutos a casa. Apenas entré en mi habitación, decidí recostarme porque no aguantaba los pies. Y es que permanecer parado durante dos horas y media no causa gracia, sino mucho malestar. Menos mal que uno se entretiene hablando pajita con las demás personas. Sin darme cuenta, me quedé dormida y fué apenas hace unos minutos que volví a abrir mis ojos. Me duele la cabeza, así que no debo tardar en volver a la cama.