...PERO MAHOMA FUÉ A LA MONTAÑA
Salvamos el domingo. Ante la presencia de un clima un tanto inapropiado para divertirse, mi amigo Anto y yo tuvimos la repentina idea de hacer algo distinto. Patinaje sobre hielo... Avila Mágica, si, esa fué la conclusión. Allá nos encontramos. Yo me llevé al combo completo, Isa y mis dos sobrinas. Tenía ganas de darle algo distinto a las nenas, sobre todo porque no he tenido tiempo para pasear con mi hija estos días. Muy nublada la subida. TODOS teníamos una cara de susto increíble, pero creo que Cinzia fué la que menos sufrió. El frío era increíble, a pesar de que abajo nos habían advertido que estaba lloviendo fuerte, cuando llegamos allá arriba, sólo recibimos una pequeña llovizna. Las niñas estaban ansiosas por patinar y lo bueno, es que no había casi nadie. Perro, a mi me dieron unos patines que daban un poco de lástima y, encima, se aflojaban las trenzas a nivel de los tobillos y parecía la propia pánfila patinando. Tuve que apretar tanto las trenzas, que se me durmieron los dedos gordos de los pies. Lo único que hacía era pedir que sonara la sirena para que se acabara el tiempo de patinaje... jajaja. Anto, se destacó muy bien. A diferencia de las nenas y yo, fué el único que se separó de la baranda. La pasamos super bien, pero no puedo dejar pasar por alto que los precios están muy altos. Para subir al teleférico los adultos pagan treinta mil Bolívares los fines de semana y los niños, diecisiete mil. Sería mejor, una tarifa más económica para que más personas pudieran disfrutar de tan agradable paseo. Además, una vez arriba, todo es sumamente costoso. Me impresionó ver que las niñas regresaban de comprar dos RAQUETIS y dos aguas, sin vuelto y les había dado siete mil Bolívares. ¿Qué tal? lo peor es que les había quedado un vuelto de mil Bolívares y no se lo habían dado. Si no me levanto a preguntar cuánto costaban los RAQUETIS, no se los hubiesen dado. Mil Bolívares por unn producto que cuesta doscientos, no me parece. Pero de resto, todo excelente y la compañía ni se diga. Decidimos bajar porque el frío nos estaba torturando y el viento estaba muy fuerte. COÑO..! el viento estaba tan fuerte, que producía un sonido muy macabro, además el carrito se tambaleaba . Anto y yo nos veíamos con una cara de susto que ni se imaginan... las niñas estaban asustaditas, pero ahi tratamos de distraerlas con nuestras risas nerviosas. Yo no se si a Antonio le pasó lo mismo, pero las niñas y yo, estábamos taaaaaan tensas, que cuando nos montamos en el carro teníamos dolor de estómago y de cabeza... jejejeje que caguetas. Pero llegamos contentas.