...CRONICAS ABSURDAS...

martes, mayo 03, 2005

AQUELLA GRAN MUJER

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María llegó de Europa cargada de ilusiones y esperanzas. Su padre y hermano, ya habían probado suerte. Así que ella, sus hermanos menores y su madre decidieron unirse. Una hermosa y dulce mujer, la mayor de cuatro hermanos. Cuatro hermanos criados en los restos de un país que dejó la Segunda Guerra Mundial. Una familia unida, regida por el respeto. Aquí conoció ella, a quien creía el amor de su vida. Aquí se decepcionó de aquel amor. Aquí luchó por su hijo. Más tarde, conocería a un segundo amor. Un amor verdadero, un amor lleno de respeto. Un amor que daría origen a una hija. Ahora, María tenía dos retoños. Pero ese amor no le duró. María enviudó a los tres años de haberse casado. Triste, muy triste. Sus hermanos varones, jamás la dejaron sola. Eclla salió adelante. Crió a sus hijos, les entregó lo mejor de ella. Los hizo felices en la medida de sus posibilidades. Fué mujer, fué madre, fué una hija ejemplar. Dedicó su vida a sus hijos y a su madre. Dedicó su vida a ser una hermana sin igual. Una tía espléndida. Pero la vida se empeñó en colocar en su camino obstáculos difíciles de superar. Su entusiasmo, mantenía la alegría en la familia. María, a pesar de todo, siempre tenía una sonrisa en sus labios. Siempre había en ella palabras dulces para los demás. Piedra tras piedra, salto tras salto, María parecía vencer los retos que le imponía la vida. Llegaría a su camino la piedra más grande. María enfermó. Su diagnóstico era reservado… cáncer de cólon. María luchó, lloró y se aferró a la vida. Se aferró al amor de sus hijos, de sus hermanos, de su familia. Ocho meses más tarde, María se iría. Su familia lloró profundamente su partida. Un gran tesoro se había alejado. La familia jamás volvió a ser la misma desde que María murió. Quedaría recordarla con amor. Quedaría sentir por ella un respeto inmenso. Aquella mujer, aquella gota de vida y entusiasmo hoy es recordada con cariño. Se le nombra de vez en cuando, se le recuerda cada día y se le respeta mucho más.

María, cada día te recuerdo y le doy gracias a Dios de haber tenido la dicha de ser tu sobrina.

Apenas un día nos separa del último ciclo de quimioterapia de mi mamá. Mi tía ha estado presente en mi vida en cada momento. La vi reir, la vi llorar y la vi sufrir. Su ejemplo es inolvidable. Esa mujer, a la que la vida nunca le fué fiel, jamás dejó de luchar. Mi mamá nunca se separó de ella, fué su hermana cuando la necesitó. Hoy se, que desde allá arriba la cuida, pero igual se le extraña un montón.